lunes, 17 de diciembre de 2007

DE PUZLES

Uno se pasa media vida buscándose y la otra media, escondiéndose. O más bien, como en mi caso, queriendo perderse. Algunos somos como esos puzles rebeldes que no quieren ser completados y esconden sus fichas bajo la alfombra para desespero del jugador de turno. La mayoría abandona la partida y entonces seguimos felices, incompletos para nuestro regocijo. Pero ¡ay cuando das con un jugador pacienzudo que no se da por vencido tan rápido! Entonces estamos perdidos. No hay estrategias que valgan con ellos. No les basta con completar las cuatro esquinas, el marco, y vislumbrar un poco el paisaje de turno. No, quieren llegar al final. Quieren colocar la última pieza, completarnos, y ver de qué estamos hechos realmente.
Así que no hago más que esconder pedazos de mí, triturados bien finitos, para que pasen desapercibidos, y tú te empeñas en remover mis palabras, ponerlas patas arriba, darles la vuelta y sacudirlas a conciencia, buscando recomponerme. Tú preguntas ¿por qué? Y yo respondo ¿para qué? No es necesario buscarle respuesta a todo. A veces, cuando menos lo esperas, tropiezas sin querer con la alfombra y ves asomar la verdad, con carita asustada y temblorosa, y ya no hay vuelta atrás.

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Paradojas de la seducción
Todos deseamos mantener oculta una parcela de nosotros mismos, por puro instinto de protección, tal vez. Pero la paradoja reside en que cuanto mayor es nuestro empeño en ello, mayor es el interés que despertamos en quien nos admira y quien intenta comprendernos. El misterio también forma parte de la seducción...
Enviado por viernes 18/03/07 22:36

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