viernes, 21 de diciembre de 2007

PEQUEÑO DRAMA ROMÁNTICO EN VERSO

(El poeta espera noticias de su amada y se desespera sabiéndola con otro.)

EL POETA:
¡Qué incertidumbre!
¡Qué desgarro feroz del alma!
¡Qué sufrir sin esperanza!
¡Qué todo, qué nada...!
Cuando este momento de desvaríos afecta la razón,
¿qué hacer?
¿Quizá restar en silencio hasta ver que abandona mi sombra
o escribir como ahora,
en medio de la marea,
que me zarandea tanto
que parece casi imposible sostener la palabra?
Yo no sé qué sea mejor,
pero como puedo
me alzo en este naufragio interior y grito:
¡no, no puedo perder el rumbo...!
Y al instante me arrastra de nuevo...
Dos horas ya, dos horas...
Y el saber que no está sola,
que él es parte de ese tiempo que a mí me duele.
Y mientras tanto,
tú,
ajena al ruego del que se ahoga,
sí,
se ahoga en sus propias palabras.
Y en mi espera,
sólo me pregunto una cosa:
¿por qué?,
¿por qué a mí?
Yo no pedí enamorarme de ti...
Y sin embargo,
cómo me duele.
Cómo me duele tu ausencia.
Pero más me duele tu voz,
amor,
pues se alimenta de silencios.

SU CONCIENCIA:
¿Y qué pretendes?
¡Tú, apenas una sombra en su vida...!
¿No ves que en ese corazón no hay para ti cabida?
¡Deja de sufrirla ya,
no lo demores,
o tendrás que sufrir males mayores!

EL POETA:
¡Calla, insensata!
¿Nunca dejarás siquiera que sueñe
esta pobre alma?
¡Medianoche...!
Muero.

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