LA INCREÍBLE PERO VERDADERA HISTORIA DE UN SATÉLITE ESPÍA A LA DERIVA

Había una vez un pequeño e indefenso satélite que, nadie sabe bien por qué, decidió dejar su hogar en el espacio y visitar la Tierra. De nada sirvieron las órdenes y amenazas de su padre. Hizo oídos sordos a todas ellas.
Su padre, muy disgustado por la desobediencia de su hijo, pero sobre todo, porque éste no había acabado el trabajo que tenía encomendado y además llevaba encima una carga muy valiosa, mandó llamar a su hijo mayor.
–Misil, hijo mío –le dijo, con lágrimas en los ojos–, vas a tener que ir a buscar al rebelde de tu hermano... No podemos permitir que llegue a la Tierra y, mucho menos, que su carga caiga en malas manos. ¡Eso supondría la ruina para nuestra familia!
–Pero, padre, y si se niega a volver...
–¡Intercéptalo como sea! ¿Lo has entendido?
–Sí, padre. Haré lo que me pide...
Misil, muy apenado, se dirigió hacia el punto exacto desde donde debía partir y esperó el momento preciso...

Pero, dejemos los cuentos para otro momento...

En diciembre de 2006, EEUU lanzó al espacio un satélite espía –del tamaño de un pequeño autobús–. Pero, como en realidad no es la superpotencia omnipotente que se cree y que vende en sus películas, resulta que el satélite escapó a su control y ha campado a sus anchas por el espacio hasta ahora, que viene derechito a la Tierra.
Según Bush no hay peligro, pero ha decidido lanzar un misil para interceptarlo antes de que llegue a la Tierra, cuando en otros casos similares de satélites “descontrolados” sí han dejado que se estrellaran. Además, dice que lo hace porque el combustible es tóxico. ¡Pero cuándo se ha preocupado este señor por esas cosas! Mmmm, me huele a chamusquina...
Hay mucho secretismo en torno a este satélite y los periódicos pasan un poco de puntillas sobre la noticia. Quizá aprendieron la lección de Welles y no quieren ser alarmistas, pero, señores, es que no es el mismo caso... Es que esta historia sí es real...

No me quita el sueño el hecho de pensar que de aquí a principios de marzo pueda caerme sobre la cabeza el dichoso cacharro, sería mucha casualidad (creen que puede caer sobre Polonia, más o menos...). Lo que me quita verdaderamente el sueño es pensar que haya satélites “espía” y, sobre todo, tener que confiar en que la seguridad de esta misión esté en manos de los americanos, cuando no fueron capaces de controlarlo desde buen principio. Esta historia parece uno más de sus manidos guiones cinematográficos en los que siempre triunfan sus héroes, con la diferencia de que esta vez todos somos extras involuntarios de su película. Esperemos que no acabemos convertidos en protagonistas...