Recuerdo el día en que tú y yo nos conocimos. Tú y yo, dos soledades encontradas. Éramos, por separado, dos vientos temibles, huracanados -uno del Norte, otro del Sur-, que lo arrasaban todo a su paso. Sin embargo, al encontrarnos, nos fundimos en un cálido abrazo que nos hizo torbellino diablillo y juguetón.
Éramos entonces el viento que sobrevolaba los árboles, acariciando levemente sus copas y meciendo sus frutos; el que descendía en picado y, con su estela, deshojaba respuestas de los pétalos de tímidas margaritas.
Éramos uno solo surcando las olas, salpicándonos, riéndonos de los peces que saltaban a saludarnos y que, atrapados en nuestra espiral, se preguntaban aturdidos cómo habían llegado a tocar las nubes.
Éramos el aire que jugaba a levantarle la falda a las mujeres por la calle, a arrebatar las gorras de las cabezas de los hombres, a despeinar a los jóvenes primorosamente peinados.
Éramos la brisa que sacudía un hola y un adiós en una sábana tendida, y que nadie respondía porque nadie lo entendía.
Éramos desbarajuste, locura, pasión, cuando nos encontrábamos.
Sí. Éramos viento, entonces.
Éramos entonces el viento que sobrevolaba los árboles, acariciando levemente sus copas y meciendo sus frutos; el que descendía en picado y, con su estela, deshojaba respuestas de los pétalos de tímidas margaritas.
Éramos uno solo surcando las olas, salpicándonos, riéndonos de los peces que saltaban a saludarnos y que, atrapados en nuestra espiral, se preguntaban aturdidos cómo habían llegado a tocar las nubes.
Éramos el aire que jugaba a levantarle la falda a las mujeres por la calle, a arrebatar las gorras de las cabezas de los hombres, a despeinar a los jóvenes primorosamente peinados.
Éramos la brisa que sacudía un hola y un adiós en una sábana tendida, y que nadie respondía porque nadie lo entendía.
Éramos desbarajuste, locura, pasión, cuando nos encontrábamos.
Sí. Éramos viento, entonces.
8 comentarios:
No dejes de soplar, desde el Norte o desde el Sur, pero no dejes de soplar. Rehuye esa soledad de antaño, toma aire de nuevo y sopla, sopla con fuerza para empujar tu propia libertad.
srgi.
Gracias, Srgi:
Seguiré soplando, claro que sí. Mientras me quede un segundo de vida. :)
Un abrazo
Hermoso...
Gracias, Mary, estoy segura de que te llega especialmente...
Un abrazo
Hay que ser viento, para hacerse canción...
Un beso
Gracias por subirte a lomos de ese viento y traerme de vuelta algunas notas...
Un fuerte abrazo, Ana
Curioso encuentro de dos huracanes, convertidos en brisa alegre y juguetona.
Un beso desde Bilbo
Gracias, Pizarr, por dejarte sentir.
La brisa me ha traído el eco de muchas voces amigas. Gracias a todos por estar ahí.
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