Hubo días en que tu muda curiosidad me puso entre la espada y la pared. Pensé de ésta no me escapo, de hoy no pasa, pero no. Me interrogabas con los ojos, pero tu boca seguía sellada. Y yo, sin embargo, seguía sintiendo las afiladas aristas de la pared contra mi espalda.
Temía ganar, y más aún perder. Pero hoy, con la fingida valentía que nace de la resignación, te respondo. Ya no importa. Ya puedo hacerlo.
Sí, la respuesta a todas tus preguntas, fueran las que fueran, era… sí.
Temía ganar, y más aún perder. Pero hoy, con la fingida valentía que nace de la resignación, te respondo. Ya no importa. Ya puedo hacerlo.
Sí, la respuesta a todas tus preguntas, fueran las que fueran, era… sí.
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