jueves, 27 de diciembre de 2007

HORROR VACUI

Cómo escribir algo que no dice nada, ¿o sí?

Nunca creí en el pánico a la hoja en blanco, por eso la emborrono ahora que me he puesto delante de ella, mirándola embobada, sin saber qué decir, esperando que afloren las palabras desde lo más profundo de su alma como aparecen por arte de magia en una carta escrita con limón cuando la aproximas al fuego.
¡Y funciona! No sé qué decir y, sin embargo, el hecho de decirlo ya me hace decir algo, o sea, ¿que mentí, pues sí tenía algo que decir? ¡Uf, paradojas a estas horas no (son las 22:59), por la diosa!, que tengo el coco fatigado de trabajar todo el día y los ojos me hacen chiribitas. Debería dejar de escribir tonterías, pero no puedo. De repente, se apodera de mis dedos una fiebre enloquecida que les hace machacar las pobres teclas sin prestar oídos a sus quejas. Pero ellos, nada, a lo suyo, no obedecen mis órdenes, no quieren descansar, no quieren darme el reposo que merezco ya a estas horas en que dejo el trabajo a un lado y quiero escribir, pero el cansancio manda a mi musa de paseo.
Pero ahora sí, ahora agentes externos me obligan a dejarlo por hoy, casi me alegro, aunque mis dedos continúen aferrándose a las teclas, que ven alejarse por momentos.
En fin, buenas noches, desvelos, que yo lo dejo por hoy. Mañana será otro día...

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