lunes, 17 de diciembre de 2007

LA BIOGRAFÍA

Sofía tiene 34 años, nació en Madrid, pero hace casi ocho años que vive en Barcelona, adonde se trasladó sin dudarlo cuando le ofrecieron la oportunidad de trabajar en una de las agencias de Bolsa más importantes del país. Es la broker más respetada del despacho gracias a su sagacidad e intuición para descubrir las inversiones más rentables. Vive con Marcus, su gato persa, en un piso modernista del centro que le cuesta una fortuna alquilar, pero que no dejaría por nada del mundo. Es una enamorada del modernismo catalán, le gusta leer, escribir y sentarse ante el televisor a ver una película de las clásicas, en blanco y negro, con una tarrina de helado bien grande en una mano y una cuchara sopera en la otra. Aunque, por encima de todo, su gran pasión es su trabajo. No tiene vida social. Sus compañeros la envidian y le hacen el vacío. Su jefe, un hombre sin escrúpulos, es el único que le dirige más de dos palabras seguidas y alguna que otra sonrisa, sin más propósito que el de llevársela a la cama. Es la única que le queda por probar del despacho y, aunque no le atrae especialmente, ha de mantener su estadística. Sofía tiene un físico bastante agradable, pero no puede decirse que su rostro corriera igual suerte en el reparto. Tiene los ojos verdes y el pelo castaño, pero sus facciones, algo desproporcionadas, le confieren una apariencia algo equina. Aun así, su mirada posee una belleza singular que muy pocas personas son capaces de reflejar: la de la bondad. Viste con elegancia. Siente predilección por los trajes chaqueta y los zapatos de tacón, pero, en cuanto llega a casa, corre a ponerse las zapatillas y el chándal. Sólo ha tenido una relación amorosa seria en su vida, pero no llegó a buen puerto. Él no llevaba demasiado bien que ella fuera una mujer de éxito, y su decisión de trasladarse a Barcelona fue la gota que colmó el vaso. Quedaron como amigos, aunque ambos sabían que no volverían a verse más. A Sofía le costó bastante tiempo recuperarse de esta relación, pues es una persona bastante dependiente emocionalmente. No sale mucho de casa, lo justo para ir a trabajar. Ni siquiera va a comprar. Llama al supermercado y pide la compra por teléfono. Eso sí, cuando se siente un poco depresiva, no duda en acercarse a la boutique y dejarse algunos cientos de euros en ropa y zapatos. Aunque no se considera una persona antisocial, cada vez prefiere más la soledad. Las únicas personas con las que tiene contacto, como mínimo visual, son sus compañeros de trabajo, la gente con la que se cruza en el metro, el repartidor que le trae la compra, la dependienta de la boutique y el casero. Por las noches, antes de dormirse, pasa revista a la jornada y organiza mentalmente la tarea que le espera al día siguiente. Pero, en ocasiones, cuando algo le ha ido mal, cuando ha recibido una mala contestación de un compañero o un desprecio, no puede evitar deprimirse; entonces se pregunta si lleva realmente la vida que le gustaría llevar y se duerme sin saber qué responder, acunada por el suave ronroneo de Marcus, que se acomoda tibiamente sobre sus pies, y pensando en el color del traje que se comprará esa semana.
ANTIGUOS COMENTARIOS:

Muy bueno. Tiene un sutil dejo de tristeza e inconformidad, tener lo que se cree debe obtenerse en un momento de nuestras vidas, no necesariamente produce la alegría que debería, ¿será que falta lo más importante? Enviado por marysantiago 13/06/06 21:30

De eso... no me cabe la menor duda. Te pasas la vida buscando el éxito profesional, dinero, reconocimiento... Y, si tienes la suerte de conseguirlos, acabas dándote cuenta de que todo eso no es más que humo y que lo verdaderamente importante es tener a alguien al lado, que te apoye incondicionalmente, aunque no tengas nada que ofrecerle. Enviado por esteruca 14/06/06 09:44

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