Necesito creer en un mundo en el que un día alguien abra su mano
y otra la ocupe sin preguntas.
Creer que si extendemos los brazos,
otros los abarcarán sin detenernos.
Necesito ver un horizonte libre de fronteras, colores o banderas.
Necesito creer que pronto encontrar la paz será una opción personal
y no el ruego de una nación mordida por la guerra.
Necesito que mis hijos sepan que quizá no les legué un mundo demasiado amable,
pero sí que hice todo lo posible porque lo fuera.
Por eso necesito encontrarte en ese mundo que quiero para mí y para ti.
Necesito que tu mano reconozca la mía y que nuestros brazos se vistan de abrazos.
Necesito que tus ojos me devuelvan la calma que hoy huye a mis espaldas.
Pero, por encima de todo, necesito que tú también me necesites,
aunque el nudo de este trabalenguas se empeñe en enredarse entre tú y yo
y se me ponga el alma en carne viva al descubrir que aún no te encontré
y ya te estoy perdiendo.
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